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Mientras la justicia camina despacio, los corruptos se mueven en formula uno


En diciembre de 2015 se presentaba un nuevo paradigma para el actual gobierno de la nación liderado por Mauricio Macri. Entre los pedidos más latentes se encontraban la lucha contra la corrupción y los problemas económicos. Hasta el día de hoy, los económicos persisten como el problema estructural que es y fue a lo largo de la historia, pero de la corrupción se espera o esperaba otra cosa. Con una justicia lenta, atrasada, manchada por “sucios entramados” y sin cambios radicales tampoco se puede hacer mucho.

La problemática de la corrupción abarca muchas aristas, la (in)justicia de la nación, el narcotráfico, la corrupción entre políticos y privados, las teorías garantistas que ponen a la víctima del lado del culpable y al victimario como un supuesto resultado de una sociedad enferma (lo cual parcialmente tiene razón, pero eso no exime de culpa a violadores, asesinos, ladrones, abusadores, etc) y muchas otras cosas más. Con el kirchnerismo se fue una era dónde se le impuso a la justicia el famoso nombre de “puerta giratoria”, por lo cual con eso ya decimos todo. Para finales de su mandato, se publicaron los resultados mundiales del Índice Percepción Corrupción 2015 elaborado por Transparencia Internacional, en dónde dejó a nuestro país en el puesto 132 de 168 países, por debajo de algunos como Armenia, Surinam, Perú, Egipto, Honduras y Mauritania. Cabe destacar que este índice se arma en torno a estadísticas públicas. Los países en las últimas posiciones del ranking como el nuestro se caracterizan por su gobernabilidad deficiente, instituciones públicas frágiles como la policía y el poder judicial, y falta de independencia en los medios de comunicación.

Las marchas y cacerolazos contra la inseguridad y la corrupción fueron masivas a lo largo de los años, la mayoría del pueblo argentino viene mostrando un descontento importante en cuanto al accionar de todos los gobiernos de turno con respecto a dilemas de transparencia pública y manejos de la justicia argentina. Si bien con el gobierno de Mauricio Macri se impulsaron leyes como la ley de Extinción de Dominio, la Ley de Acceso a la información pública, se mejoraron índices en transparencia internacional, se logró la jubilación de jueces tildados de corruptos como Norberto Mario Oyarbide, también hay que destacar muchas deficiencias y falta de cambios radicales y estructurales que se necesitan para levantar a este país y obviamente satisfacer a sus votantes de cara a las elecciones del año 2019.

Muchas veces se dice que para tener diferentes condenas a las actuales, donde un violador recibe una sentencia baja y encima a la mitad o a un tercio de ella tiene salidas transitorias volviendo a cometer delitos, se tiene que reformar el código penal argentino. Cosa que a poco de cumplir 3 años al mando del país, el gobierno de cambiemos no pudo ni imponerlo en la agenda. También el hecho de descubrir que tendrían supuestos operadores judiciales en los tribunales de Comodo Py, como Daniel Angelici, supuestas cuentas “off-shore” en el extranjero y que muchos de los jueces actuales, que vienen de gobierno en gobierno actuando en torno a la ola política del momento sin tomar “coraje” de investigar a sea quien sea y el oficialismo ante esto no haga nada al respecto. Es ahí donde se les pide que hagan cambios sustanciales y no momentáneos, debido a su bandera levantada en las campañas presidenciales del 2015.

De alguna manera hay que darle un giro a la justicia dónde tenga más rapidez en el accionar de las causas, sean del tipo que sean y que tanta ineptitud que han demostrado tener todos los gobiernos de nuestra democracia, incluido (parcialmente hasta ahora) este, se deje atrás.

En una entrevista para el medio Infobae en el año 2016, el director y abogado, Renzo Lavin, de la entidad Asociación civil por la la igualdad y la justicia  declaró que: "El promedio de duración de una causa de corrupción en la Argentina es de 14 años. Algunas llevan mucho más, casi 20 años en trámite" y agregó: "Los jueces son muy sensibles a los tiempos políticos y, en muchos casos, que los juicios no avancen se debe a la falta de garantías de independencia del poder judicial". Siguiendo con las estadísticas, a principios de este año, un informe de la auditoría sobre los juzgados federales porteños detalló que en veinte años, menos de una de cada diez causas por corrupción llegó a juicio.

Entonces queda claro que la justicia argentina, desde hace muchos años, está en crisis. Tenemos una gran cantidad de jueces y fiscales inoperantes, dando condenas pésimas, lentas, favorables a los culpables y hasta con un sesgo político importante. Mientras que los corruptos aprovechan la plata ilícita que hicieron para pagar los mejores bufetes de abogados que pueden encontrar, fianzas millonarias, coimas en algunos casos y sobornos para cajonear causas.

Obviamente hay que destacar que hay jueces y fiscales honrados que trabajan para mejorar el futuro del país, pero hay un concepto clave que tiene que empezar a imponerse en nuestro estado, Argentina necesita urgentemente una justicia imparcial y con igualdad para todos.

“La injusticia en cualquier lugar es una amenaza en todos lados.” Tengo un sueño (1963), Martin Luther King.

Por: Tomás Russo

Comentarios

Anónimo dijo…
Una gran nota tomi, que se cumpla el sueño de una justicia "justa"
Anónimo dijo…
Necesitamos con urgencia una justicia rápida y justa pero para eso habría que cambiar leyes obsoletas que no se corresponden al momento en cual vivimos, ojalá que se reaccione para el bien de todos.
Muy buena nota,Tomy
Anónimo dijo…
Tomi te felicito !! Sivui en este camino🏡

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