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Una lucha de vida entre guerras

Podemos ver millones de películas donde el hombre es capaz de hacer cualquier cosa para su supervivencia, incluso aquellas que consideráramos imposibles de realizar en “la vida real”. Pero la historia de Semen Duszczak, o mejor dicho en español Simón Duszczak, trasciende las pantallas de la ficción. En una entrevista con Efren Duszczak, hijo de Simón, nos cuenta como fue la historia de vida de sus abuelos, tíos y en especial de su padre.

Niños durante la Primer Guerra Mundial en campos de concentración

 Hay dos términos que se van a destacar en la siguiente historia; si googleamos la definición de
supervivencia nos encontramos con lo siguiente: “término, por su parte, que hace referencia a vivir después de un determinado suceso, vivir tras la muerte de otra persona o vivir en condiciones adversas y sin medios” y si lo hacemos con resiliencia, se define como: “capacidad que tiene una persona para superar circunstancias traumáticas como la muerte de un ser querido, un accidente, etc.” por lo cual la vida de Simón nos mostrará como un ser humano es capaz de soportar cualquier dolor con tal de sobrevivir.

Simón nació en 1909 en Polonia, en un pequeño pueblo llamado Trembowla, aunque hoy en día pertenece a Ucrania con el nombre de Terebovlia. Sus padres se llamaban Miguel y Sulina y tenía 4 hermanos, Francisco, Pablo, Demetrio y Ana. Vivían del auto-cultivo ya que tenían un terreno de 5 hectáreas para cosechar. Su abuelo Miguel, Francisco y Pablo, eran militares y participaron de la “gran guerra”.

Pasaporte de Semen Duszczak

“Semen se crió en un contexto hostil, rodeado de muertes, armas, perdidas y conflictos” cuenta Efren, su hijo. Además agregó que durante la primera guerra mundial la familia de su padre no podía trabajar la tierra, ya que “militares alemanes acamparon con tanques en sus propias tierras privadas”. Cabe aclarar que para antes de finalizar la primera guerra mundial en el año 1918, Polonia no era un estado independiente y estaba repartido entre Austria-Hungría, el Imperio Alemán y el Imperio Ruso.

Luego de finalizar la guerra, su padre y su hermano Francisco (cosa que no paso en el caso de Pablo ya que se quedó en Ucrania) volvieron a su casa, sanos y salvos. Un día el padre de Simón junto a sus hermanos mayores: “empezaron con picos y palas a trabajar la tierra que había quedado destruida por los camiones y tanques militares, y en eso encuentran una especie de hierro redondo” y agrega: “cuando lo empiezan a levantar se dan que cuenta que era una bomba sin explotar, pero no era que había caído del cielo y no había reventado, sino que los militares la habían colocado allí con algún propósito” relata Efren, todo lo que su padre le había contado. A esa edad Simón tenía 10 años, pero no se olvidó de nada, esos hechos habían quedado realmente marcados en su mente. No terminó ahí la historia, cuenta Efren, “Miguel y Francisco lograron poner la bomba sobre una caretilla y se dirigieron directo a la municipalidad a entregarla, pero mientras iban para allí, cae y explota, muriendo mi tío en el instante y provocándole la pérdida de una pierna a mi abuelo, que meses más tarde por una infección en ese lugar, moriría también”. Su padre antes de los 11 años, ya había visto armas, tanques, la pérdida de su hermano, la de su padre y como su madre se tenía que hacer cargo de 4 hijos.

El tiempo transcurrió, un día del año 1928 cuando Simón tenía 18 años y su hermano Demetrio 17, pasó la razzia por su casa para llevarse comida y a todo joven que tuviera más de 15 años para realizar el servicio militar. Pero no les fue tan fácil, “para que no ocurra eso, mi abuela le dijo a sus hijos ‘no quiero que sean carne de cañón’, entonces los enterró en una fosa dentro del surco de la papa y les dio una pajita de heno para que respiren y así evito que se los llevaran” declara Efren. Por eso y porque ella ya sospechaba que en poco tiempo o en unos años se iba a venir otra guerra, es que “al otro día ella cargó una especie de carruaje con toda la paja de heno que había y los metió ahí a simón y Demetrio y cruzó en diagonal Polonia hasta llegar al puerto de Gydnia”. Una vez allí, su madre, los subió a una pequeña lancha en el mar Báltico “hasta que llegaron a alta mar” y los dejó en un barco llamado Asturias, que se dirigía hacia América, aunque Efren destaca que su padre le dijo “En principio, el destino exacto del barco no se sabía” y agrega: “Primero pensaban que iban a ir a Estados Unidos y luego a Brasil”. Así fue como comenzó una nueva etapa de supervivencia para la vida de Simón Duszczak, donde viajó solamente con una pequeña valijita llena de herramientas y con su hermano a tierras radicalmente diferentes a las suyas.


Pequeña valija que llevó Simón en su viaje

El primer destino fue Brasil, llegaron a Río de Janeiro un 21 de Marzo de 1929, Efren destaca que “la adaptación al clima, el idioma y la gente fue difícil” por lo cual 1 año más tarde se dirigieron a nuestro país. El 28 de Marzo de 1930 llegaron a la Argentina, más específicamente a la capital de nuestro país, Buenos Aires, dónde empezaron a trabajar en una fábrica de relojes, aunque ambos eran carpinteros.

Sellos de entrada a países, en la primer foto a la izquierda Brasil y en la segunda a Argentina.

Para el año 1945, cuando la segunda Guerra Mundial finalizó, el hermano de Simón, Demetrio, retornó a Polonia para ver a su madre, a su hermana y hermano. Simón no había viajado porque “tenía miedo de que lo detuvieran al llegar, ya que había evitado el servicio militar”, razón por la que se iba a quedar oficialmente solo, agregándole una nueva dificultad a su vida. Meses más tarde de la llegada de su hermano a su tierra natal, éste fue detenido ya que participaba de movimientos políticos que supuestamente atentaban contra el gobierno de turno en Polonia. Una nueva complicación se suma a la dividida familia Duszczak. Simón nunca más volvió a ver a su familia, aquella mañana subido a un bote con 18 años iba a ser la última vez que viera a su madre Sulina con vida.

Volviendo a su historia en nuestro país, se asentó en un pequeño pueblo de Córdoba, llamado Canals. Allí, con el poco dinero que tenía ahorrado por su trabajo en la capital, compró su propio terreno y él solo montó su propio taller y casa. Años más tarde, ya con 28 años conocería a su mujer y futura madre de sus hijos, María Ferrer, dándole un nuevo rumbo y un cierre a una etapa oscura de su vida.

Sobre de carta enviada desde Polonia para Simón una vez ya asentado en Canals, Cordoba.

La historia de Simón es el sinónimo más parecido a los términos supervivencia y resiliencia, su padre y su hermano murieron durante su infancia, fue enterrado vivo bajo tierra, navegó con tan solo 18 años el océano Atlántico, vivió en tierras totalmente diferentes a las que él conocía, su único hermano con el que vivía fue arrestado a miles de km de distancia, no volvió a ver a su madre ni a sus hermanos por el resto de su vida, y tampoco tuvo ayuda alguna para asentarse y construir un hogar en un país totalmente desconocido. Las dos guerras más importantes de la historia, marcaron a fuego lo que iba a ser “su historia de vida”, aunque nunca dejó que la dificultad lo venciera.

“Un héroe es una persona común y corriente que encuentra la fuerza para resistir y perseverar a pesar de obstáculosabrumadores.” -Christopher Reeve*

*Actor Estadounidense que quedó parapléjico debido a un accidente deportivo

Escrito por: Tomás Russo

Comentarios

Unknown dijo…
Fascinante, una historia de resiliencia sin lugar a dudas.
Unknown dijo…
Que historia increíble!!!!muy bien contada.

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