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Del amateurismo al profesionalismo, del campeonato a la nada

Adrián Ferrín, marplatense y ex jugador de fútbol por problemas de rodillas supo pasar de manera casi anónima por dos planteles profesionales de vóley, aunque el sueño no duró mucho.

Algunos dicen que el destino lo marca cada uno con sus acciones, otros que ya está fijado y no hay forma de cambiarlo. Para Adrián fue así, la vida ya le tenía planeado cruzarse con el vóley. A los 16 años siendo un apasionado por el deporte dejó futbol, en especial por un problema de rodillas, así y todo (lesionado, tarde de edad, sin experiencia) se metió en otro: el vóley.

“Yo hacía fútbol y por una lesión de crecimiento dejé de jugar. Me vieron practicando vóley en un intercolegial en la escuela y ahí me invitaron a jugarlo para el club Luz y Fuerza” cuenta Ferrín.
Su altura y gran porte para su juventud le permitió jugar de “central”, posición típica de los “grandotes” en la disciplina, los cuales se encargan especialmente de controlar los bloqueos y gran parte del sistema ofensivo de un equipo.

Fue un afortunado, sus dotes descubiertos de manera tardía le permitieron integrar selecciones locales, provinciales y llegar a ser convocado para concentrar con el plantel juvenil de la Preselección Nacional. “Nunca pensé este deporte con la posibilidad de dedicarme a la alta competencia, incluso a mis padres no les gustaba la idea porque en ese momento no era como ahora, todo con pensamientos más abiertos, y ellos venían de una formación muy pobre desde lo educativo teniendo que salir a trabajar desde muy chicos y su ilusión era que su hijo (yo) estudiara”, destacó.

Lejos estaba su vida de ser la de un típico jugador profesional, para sus 20 años estudiaba, trabajaba y entrenaba. “Me acuerdo de que en ese momento iba en bici ‘a cuatro manos’ para todos lados, al trabajo, a estudiar y al club, tenía que estar muy organizado” recuerda entre risas.

Pero el destino le iba a tener algo importante para sus 23 años. Para esa fecha (1995) el club Peñarol de Mar del Plata estaba apostando a conformar por primera vez en la historia, de la mano del dirigente Alejandro Bolgieri, un plantel profesional de vóley. “Quién me convocó para ese proyecto fue Alejandro” recuerda de manera nostálgica y agrega: “El equipo que se conformó era gran parte de la base de la Selección Nacional mayor más algunos locales”.



“Me integraron muy bien, lo que fue chocante son los detalles que sucedían en el día a día con respecto a lo que era un jugador amateur de uno profesional. Para mí perder un partido era como perder un dedo de la mano, y ellos lo tomaban como algo natural porque obviamente al ser profesionales pasaban siempre por ese tipo de instancias.”

La primera competencia para ese equipo fue el “Torneo Argentino de Clubes” realizado en el Polideportivo Islas Malvinas de nuestra ciudad, donde salieron campeones obteniendo la clasificación al Sudamericano de Clubes en La Paz, Bolivia. Tiempo después allí lograron el subcampeonato.
Aquel chico de barrio marplatense, que jugaba con cualquier tipo de pelota sin importar el tamaño de su circunferencia, estaba tocando el cielo con las manos. En menos de un año alcanzaba la elite deportiva, se consagraba campeón argentino y subcampeón sudamericano.

El sueño seguía, ya para 1996 se iba a realizar en el país la primera Liga Nacional profesional de vóley, con la participación de importantes clubes como River Plate, Boca Juniors, Peñarol de Mar del Plata, Obras de San Juan, Club Italiano de Buenos Aires, etc.

“Lo que hicieron en el club fue mantener la estructura del año anterior, algunos jugadores obviamente se fueron a jugar al extranjero y se incorporaron más jugadores de la ciudad como Ernesto Pinto por ejemplo”.

En el plano personal, Adrián ya había logrado recibirse de Profesor de Educación Física y trabajar en varios colegios, con la ayuda de quién nunca lo dejaba “a pata”, su fiel compañera, la bicicleta. “Había días que entrenaba triple turno y eso sumado a que trabajaba y siempre me movía en bici”.



Retomando lo deportivo, la liga arrancaría y les iba a traer grandes resultados. En sus primeros encuentros derrotaron a clubes como Sol de América (Formosa), Regatas de Mendoza, etc.



Una vez ya clasificados a instancias eliminatorias les tocó enfrentarse a las potencias del vóley metropolitano. “Eliminamos a Club Italiano en cuartos de final, en ese momento eran playoff al mejor de 3 partidos, luego a River Plate en semifinales y en la final derrotamos a Boca Juniors en condición de visitantes en la bombonerita con el estadio lleno de gente” y de manera tragicómica agrega: “Lamentablemente hubo incidentes entre ambos equipos por la pica que había, ya que ellos nos habían calificado como un rival inferior tiempo atrás”.



Tristemente para 1997 el ciclo empezaba a llegar a su fin. El último torneo de ese equipo y de Peñarol en la historia de este deporte sería el Sudamericano de Clubes que se realizó en Buenos Aires y al cual habían clasificado gracias a la obtención del título en La Liga. Allí Adrián siguió cumpliendo sueños, se enfrentó ante los mejores jugadores del mundo como Giba, Marcos Milinkovic, Dante (mejor armador del planeta) y muchos más. “Después de ese torneo sólo la mitad del grupo volvió en tren a Mar del Plata e incluso nuestro DT, Diego Visione, intentó generar algo más en club hasta que no aguantó más porque no había posibilidades y ahí se disolvió todo”.-

El día después a todo este ciclo mágico fue duro. Ernesto “Tito” Pinto, marplatense y uno de los armadores de aquel equipo, recordó algunas de las sensaciones que le surgieron al finalizar ese proceso: “Una pena, pero era casi cantado, un club de básquet muy fuerte, que para entrenar vóley o para que te dieran una hora de gimnasio, casi que tenías que reunirte con el presidente de la nación. Además, manejaban números que el deporte en si nunca había manejado, era difícil… y lo fue”.

La historia no solo del club sino de jugadores como Adrián Ferrin fueron lamentablemente poco conocidas. Muchos jugadores hay de su estilo, que realizan a la par de un entrenamiento de alto rendimiento, estudios y trabajos, entre otras cosas. Con respecto a esto, expresó: “Estuve dirigiendo en Once Unidos hasta el año pasado y las nenas que entrenaba no sabían que yo había jugado ni que existió esto de Peñarol” y agregó: “Igual creo que es normal, no es un deporte muy popular y en ese momento era menos que ahora en cuanto a la repercusión que tenía.” Ernesto Pinto también se refirió a este tema: “Tal vez se podría haber hecho algo más (para difundirlo), pero el vóley nunca pegó en la ciudad lamentablemente, porque es hermoso.”

Historias mínimas si las hay, de un problema de crecimiento en las rodillas a codearse con los mejores jugadores del planeta. En un país como el nuestro, con grandes dificultades para el desarrollo de deportes de élite, Adrián no debe haber sido el único que pasó del amateurismo al profesionalismo y del campeonato a la nada.

“Cualquier destino, por largo y complicado que sea, consta en realidad de un solo momento: el momento en que el hombre sabe para siempre quien es”. Jorge Luis Borges.

Escrito por: Tomás Russo

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