La reciente decisión del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires de empezar a retener el impuesto de los Ingresos Brutos a quienes cobran con billeteras virtuales, trajo a la actualidad un debate que se plantea hace muchísimos años: Una forma de recaudar que mata al que genera trabajo.
Uno de los impuestos que más permite financiar la burocracia estatal provincial es el de ingresos brutos. Casi todas las provincias de nuestro país lo cobran, aún sabiendo lo dañino que es para el sistema productivo local. No alcanza con escuchar el discurso pro industria, pro trabajador, pro derechos sociales de los distintos políticos provinciales (incluso aquellos que están en partidos políticos considerados opuestos), para realmente entender si están del lado del trabajador, fíjese cuanto cobra el impuesto a los ingresos brutos, allí está la verdad de la milanesa.
Pero, ¿de qué se trata este impuesto? ¿Por qué muchos lo consideran tan dañino? ¿Qué provincias tienen la alícuota más alta? ¿Por qué no cobrarlo sería incluso un beneficio para los estados provinciales?
Es considerado por economistas y especialistas tributarios como uno de los más dañinos y distorsivos del sistema tributario argentino por varias razones:
1. Efecto cascada
•Es un impuesto sobre las ventas brutas en cada etapa de la producción y comercialización.
•No se descuenta lo pagado en etapas anteriores (como sí ocurre con el IVA).
•Esto genera un efecto acumulativo: el mismo producto paga IIBB varias veces a lo largo de la cadena, encareciendo artificialmente los precios finales.
Ejemplo:
Un productor de harina paga IIBB, la panadería paga otra vez, y el supermercado vuelve a pagarlo. El consumidor lo recibe multiplicado en el precio.
2. Afecta la competitividad
•Las empresas argentinas terminan con costos más altos que en otros países donde no existe este impuesto o está limitado.
•Dificulta exportar, porque el IIBB no se reintegra al exportar (a diferencia del IVA), por lo que los bienes nacionales salen al mundo más caros.
3. Desincentiva la formalización
•Como se grava sobre la facturación y no sobre la ganancia, incluso empresas con pérdidas deben pagarlo.
•Eso lleva a muchos pequeños negocios a informalizar parte de sus ventas para evitar la carga.
4. Inequidad
•Es un impuesto ciego: no distingue entre una empresa rentable y otra en crisis, ni entre bienes de lujo y bienes de primera necesidad.
•Termina trasladándose al consumidor, afectando más a los sectores de menores ingresos.
5. Fragmentación y complejidad
•Cada provincia fija su propia alícuota y régimen de retenciones, con criterios distintos.
•Esto genera trabas burocráticas, costos administrativos y litigios para empresas que operan en varias jurisdicciones.
En síntesis. IIBB es dañino porque encarece los precios, desincentiva la inversión y la formalización, y castiga tanto al productor como al consumidor final.
Ahora, la propuesta de eliminarlo no solo favorece al ciudadano de a pie, sino que paradójicamente también al poder ejecutivo. A primera vista parecería que si el Estado elimina Ingresos Brutos pierde recaudación inmediata (hoy es el impuesto más importante de las provincias). Pero si lo miramos dinámicamente, hay efectos positivos de mediano y largo plazo que pueden compensar (y en algunos casos superar) esa pérdida.
1. Crecimiento de la actividad económica
•Al eliminar IIBB se reduce el “efecto cascada” y los costos de producción.
•Eso abarata precios internos y mejora la competitividad de las empresas.
•Más inversión y más actividad generan mayor recaudación futura en otros tributos (IVA, Ganancias, aportes sociales).
📌 Es decir: el Estado puede perder por un lado, pero recupera vía mayor volumen de operaciones registradas.
2. Reducción de la informalidad
•Hoy muchos pequeños comercios subdeclaran ventas para no pagar IIBB.
•Sin ese impuesto, la formalización aumenta, y eso se traduce en más contribuyentes dentro del sistema tributario.
•Más empleo registrado → más aportes y contribuciones sociales.
3. Estímulo a las exportaciones
•El IIBB encarece artificialmente lo que se exporta, porque no se reintegra.
•Si desaparece, las empresas exportadoras son más competitivas, aumentan sus ventas externas, y eso genera más divisas y más recaudación por Ganancias y derechos de exportación.
4. Menor litigiosidad y costos administrativos
•Hoy las empresas gastan mucho tiempo y dinero en regímenes de retención/percepción, reclamos y trámites.
•El Estado provincial también gasta en controlar un sistema hiperfragmentado.
•Al eliminarlo, se reducen esos costos operativos, liberando recursos para controlar mejor otros impuestos.
5. Mejora del clima de inversión
•La estabilidad y la menor presión tributaria incentivan a que las empresas inviertan en nuevas plantas o empleos.
•Eso genera más crecimiento económico sostenido, que a la larga es la base real de la recaudación.
El debate hay que darlo. No todo impuesto es dañino, hay muchos que aplicados con lógica y sentido representan una fuente de financiamiento para permitir que el estado cuente con recursos que luego sean destinados para el bienestar de todos nosotros. Bah, en la teoría por lo menos.
Muchos políticos, como el gobernador de la Provincia de Buenos Aires, dicen querer a su población, cuidarla y acobijarla de la 'derecha cruel neoliberal' pero luego son los primeros en cobrar estos impuestos que podríamos representarlos en un ejemplo práctico: Te rompo las dos rodillas pero te regalo las muletas.
Por eso este humilde periodista le pide, Kicillof si usted nos quiere, elimine Ingresos Brutos
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